La nueva entrega de la saga Star Wars ha puesto nuevamente en primer plano una saga de ficción futurista capaz de seguir cautivando a nuevas generaciones alrededor del mundo. ¿Qué es lo que la hace tan atractiva hasta el punto de tener millones de fanáticos y seguidores? La ciencia ficción, desde sus inicios, ha formado parte de la cultura contemporánea y, para muchos, es ya un testimonio de nuestra realidad social y cultural. Y es que toda ficción, desde una pintura hasta una película, es un reflejo de la sociedad en la que su creador se ha desarrollado. Y desde hace muchas décadas, el análisis social y cultural de nuestra realidad toma como fuente de estudio a los productos culturales y artísticos, ya que son entendidos como representaciones de la realidad, tanto material como imaginaria, de una sociedad.
Con esto, existe innumerable literatura y producción de ficción que ha sido objeto de análisis sobre las ciudades y su modo de existencia. Desde la República de Platón en la antigua Grecia, pasando por las utopías renacentistas europeas a las distopías (utopías negativas) del siglo XX de autores como G. E. Wells o George Orwell, hasta la paradigmática Blade Runner de Ridley Scott, estas obras han trazado y descrito no solo cómo deben ser o serán las ciudades, sino que han abarcado todo aspecto de una ciudad: no solo su aspecto físico si no también su desarrollo político y social. Específicamente en el último período del siglo pasado, Blade Runner se convirtió en el objeto de deseo de todo teórico posmoderno, ya que dicha película presenta un imaginario muy acorde con nuestra realidad global: el excesivo progreso de la tecnología, los simulacros tecnológicos de realidad, la sobrepoblación de ciudades, la coexistencia de múltiples culturas y expresiones arquitectónicas en una sola ciudad, etc.
La pregunta sería entonces ¿Es posible entender la realidad a partir de la ficción? Autores como Jean Baudrillard, por citar uno, han apostado todo su trabajo a que sí es posible. Un claro ejemplo de esa posibilidad, aplicada a nuestra realidad latinoamericana, la encontramos en un pequeño artículo llamado Entre la ciencia ficción y las ciencias sociales: el “lado oscuro” de las ciudades americanas, del francés Alain Musset, en donde se hace un paralelo entre la principal ciudad administrativa del mundo de Star Wars, Coruscant, descrita al detalle en los tres primeros episodios (La amenaza fantasma, El ataque de los clones y La venganza de los Sith) con algunas de las megaciudades latinoamericanas – de la cual Lima es parte de ellas-, para denunciar muchos aspectos negativos que difícilmente se pueden revertir: sobrepoblación y densificación urbana, congestión, contaminación ambiental, desigualdad social, inseguridad y miedo, entre otros.
El primer aspecto a analizar es la configuración física de la ciudad: Coruscant aparece como una ciudad que ocupa todo un planeta, denunciando ya la expansión urbana sin control de nuestras ciudades, convirtiendo el paisaje original del territorio en un horizonte totalmente artificial en donde predominan un sinnúmero de edificios y rascacielos. Este panorama tiene su correlato en ciudades como Sao Paulo, en donde el tamaño y la densificación de la ciudad han creado un verdadero escenario de rascacielos que casi pierde de vista el trazo urbano de calles y pistas, y en donde podemos encontrar una de las aglomeraciones humanas más grande del mundo. A esto se suma una segunda realidad de ambas ciudades: el tráfico aéreo. Ambas ciudades presentan una de las más grandes congestiones aéreas producto de naves volando sobre ellas. Y es que Sao Paulo es una de las ciudades con mayor tráfico de helicópteros, principalmente privados, gracias a los helipuertos que aparecen día a día en los rascacielos.
Otro aspecto a tener en cuenta es la desaparición paulatina de los espacios públicos en pos de espacios privados. En Coruscant, la vida se desarrolla prácticamente dentro de edificios, negando los espacios públicos, casi inexistentes. En nuestra realidad, la privatización del suelo y la poca injerencia de las instituciones gubernamentales, está eliminando paulatinamente los espacios públicos, y los nuevos estilos de vida hacen prevalecer la vida social en espacios privados de consumo, como los centros comerciales. A eso se suma el problema de la seguridad y el imaginario del miedo, que permiten la aparición de micro-ciudades cerradas a modo de guetos para las clases altas, gastando aún más la idea de coexistencia social y vida urbana, a la vez que generando brechas sociales aún más grandes. Los nuevos barrios cerrados que se ofertan en todas las ciudades sudamericanas son iguales a la ciudad de Dometown creada por Lando Carlissian en el universo de Star Wars, un verdadero barrio hiper-seguro y protegido.
El aspecto visual de la ciudad es otro tema interesante de abordar. No solo en la Coruscant de Star Wars, sino también en Los Angeles de Blade Runner. la superposición de arquitectura de distintos estilos y épocas configuran una cuidad eminentemente ecléctica y caótica. Arquitecturas futuristas se encuentran con cúpulas, arcos y hasta pirámides que remiten a nuestro pasado prehispánico. La ciudad latinoamericana contemporánea entendida como un collage de pasado, presente y futuro, todo a la vez en un solo espacio y tiempo.
Esta visión de la problemática urbana y social de Latinoamérica es un referente claro para el imaginario inventivo de los escritores estadounidenses. En ambos casos, realidad latinoamericana y ciencia ficción, estas condiciones son entendidas por los países del llamado primer mundo desde cierta distancia, como una realidad “del otro”, ajena a ellos, y es utilizada como algo medianamente extraño para generar sus propias ficciones. Lo cierto es que lo que es ficción para unos, es realidad para otros, y los límites entre lo real y lo imaginado será cada vez más difuso.