29/07/20

arquitectura sin arquitectos

Revisando la obra del artista español Dionisio Gonzalez, encontramos una dualidad que llama inmediatamente a la reflexión sobre nuestro juicio hacia la arquitectura de nuestra ciudad. En su serie favelas, el artista fotografía paisajes urbanos periféricos (barriadas) de edificios autoconstruidos con materiales precarios – cuyo correlato podemos encontrar en toda Latinoamérica – y las interviene digitalmente añadiendo arquitectura contemporánea con materiales industriales como concreto, vidrio y metal. La obra, de gran aceptación estética en el mundo del arte, nos presenta dos caras de una misma moneda: ambas expresiones, la real y la ficticia, manejan los mismos códigos formales, pero con distinta expresividad.

¿Qué tienen en común ambas arquitecturas? Las semejanzas son muchas: geometrías. caprichosas y complejas, desorden y volúmenes desequilibrados, formas informes e inconclusas, en donde no se reconoce ni un comienzo ni un fin. La única diferencia radica en su materialidad.

Desde hace algunas décadas, la arquitectura “formal”, tanto a nivel profesional como académico, ha indagado en conceptos de diseño que escapan a criterios como orden, equilibrio, proporción y armonía, insertos en el diseño arquitectónico desde siglos atrás. Así, aparecen edificios que desafían la gravedad, que cuestionan los cánones de belleza tradicionales y se muestran extraños al ojo de cualquier persona común. Arquitectos de talla mundial como Rem Koolhas, Zaha Hadid o Frank Ghery plantean edificios con estas características formales teniendo gran acogida por la crítica de arte y arquitectura.

Por otro lado, la arquitectura emergente de los pueblos jóvenes y barriadas, o las consolidaciones urbanas de distritos periféricos de Lima, realizadas por los mismos usuarios, tiene soluciones formales similares. Edificios inconclusos, geometrías amorfas y diseño tipo collage, emergen en toda la ciudad condicionando cada vez más el paisaje urbano a dicha expresividad. Queda claro que la génesis de ambas expresiones contrastadas en este texto difiere considerablemente, y la calidad del edificio – en términos técnicos y constructivos – son superiores en la arquitectura de los grandes arquitectos, pero me parece completamente atractiva la similitud estética entre ambas arquitecturas.

Las variables para nuestra arquitectura sin arquitectos radican en distintas condiciones de tipo social, cultural, político y económico, en donde los nuevos protagonistas de nuestra Lima, hijos híbridos formales que, estéticamente hablando, responden a inquietudes arquitectónicas debatidas en toda academia internacional, en contraposición a la impostura de corte minimalista que impera en el quehacer profesional local. La mirada a dichas expresiones debe ser positiva y debe generar una reflexión en torno a cómo se auto organiza la vida de una comunidad con pocos recursos económicos y sin apoyo de sus las autoridades competentes, generando una estética que se asemeja a las grandes obras de arquitectura contemporánea.

Artistas como Dionisio Gonzalez, o Marita Ibañez en nuestro país, elevan dicha arquitectura a la categoría del arte, encontrando en su expresión conceptos estéticos mundialmente aceptados e investigados, y nos invitan a disfrutar, aprender y comprender nuestra realidad.

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